
Íbamos a menudo al cine.
Nos estremecíamos al
ver la pantalla.
Pero la mayoría de las veces
al final nos decepcionaba.
Las imágenes iban y venían
y Marilyn había envejecido.
Estábamos tristes. No era
la película que soñábamos.
Spike Jonze, siguiendo su fiel estilo entre lo hipnótico y el videoclip, hace que volvamos a creer en el cine con I'm Here, aunque sea por solo 30 minutos. Con "Donde viven los monstruos" volvimos a ser niños durante 1 hora y media, ahora con este regalo en forma de mediometraje volvemos a creer en el amor bajo una estética futurista y robotizada, pero a su vez más humana que nunca.
"Es extraño, hoy todo el mundo detesta a los Franceses.
ión del fin de un ciclo para la entrada de otro nuevo; en esta película Kurosawa se despide del estilo que lo convirtió en uno de los grandes del cine, cual era samurai se acaba con la entrada de la pólvora, y ve que sus katanas, estandartes y filosofia ya no sirven. Esto es lo que nos enseña Kagemusha, el fin de una era de la cual Kurosawa era un gran admirador, aunque desde una óptica distinta a la que todo seguidor suyo puede estar acostumbrado; esta vez no focaliza la historia en el gran heroe samurai, normalmente encarnado con Toshiro Mifune, sino que el centro radica en el grupo, en los batallones que van y vienen a lomos de caballos (otro guiño a una de las pasiones de Kurosawa) para conquistar el castillo del clan rival. Es dificil, por ello, situarse o identificarse con algo, pues no hay ese personaje con el que el espectador pueda empatizar y "sentirse cómodo" dentro del film, además de suponer un pequeño caos de nombres y clanes que se entremezclan, con lo cual puede crear confusión en determinados momentos.
Apartentemente, y tras media hora de visionado, este documental no pasaría de ser uno de entre otros muchos que pretende enfocar la explotación del hombre sobre la tierra, dando el ya tantas veces repetido mensaje de "salva el planeta verde", con tal de ganarse al publico con esa intención moralizadora. Primero mostrando lo espectacular y lo bello de parajes naturales y virgenes (que se agradece, pues las imagenes lo valen) para hacer luego el giro directo hacia la sobreexplotación de los recursos naturales por el hombre; fábricas, contaminación y destrucción.
ajar en una cinta de montaje, jugar a los videojuegos, volver a comer y dormirse. Ese es el circuito cerrado de tantas personas que viven en la ciudad-microchip, conviertiendo vida en rutina; individualidad en inconsciencia. A pesar de ello, algunas pobres víctimas llegan a descubrir la triste realidad en que están encerrados, a ellos sólo les espera el vacío, las miradas perdidas, desasosiego, la desesperación y hasta la muerte. De esta forma, tal inconsciencia pasa a convertirse en algo medicinal, dejandonos vivir en una feliz ignorancia ante el inevitable proceso de autodestrucción en el que estamos sometidos.



"De pequeño robé un libro pornográfico escrito en braille. Llegué a borrar los párrafos más verdes de tanto pasar los dedos por encima." Éste y muchos más son los pequeños destellos de humor que la mente de Allen ya empezaba fraguar en Bananas, uno de sus primeros trabajos. Si bien es cierto que aparecen esas notas de ingenio tan características de su cine, también hay otros gags que no acaban de estar a la altura, hasta caer un poco en el ridículo, pero que se le perdona pues su trayectoria era aún muy verde y su estilo poco definido.
En Affair in the snow, nos presenta un entorno nevado, blanco y puro, en el que se entremezclan amor, desamor y celos. Yuriko ya no quiere a su novio, por eso decide romper la relación. El novio (Sugino), incapaz de comprender, sospecha de un amante, causante de tal ruptura. El amante aparece, pero no es amante sino que lo fue. Pese a ello, renace en Sugino sentimientos de amor hacía la persona que quiere, pero también nacen los celos, antes desconocidos para él.
namorado de unos recuerdos que ya no volverán a ser y que, aunque intente reemplazarlos, sabe que aquello fue único e inalcanzable, condenandolo a una tristeza perpétua.