viernes, 9 de septiembre de 2011

Los dos hidalgos de Verona (W. Shakespeare)


VALENTÍN. -Bien, bien. Pero dime: ¿conoces tu a doña Silvia?

RELÁMPAGO. -¿A la que tanto adoráis?

VALENTÍN. -¿Cómo sabes que la adoro?

RELÁMPAGO. -¡Pardiez! Veréis en qué lo he conocido. Primeramente habéis aprendido, como el señor Proteo, a cruzaros de brazos como un melancólico, a modular una canción de amor como un petirrojo, a pasearos solo como si tuvierais la peste, a gemir como un escolar que ha perdido su abecedario, a plañir como una niña que acaba de enterrar a su abuela, a ayunar como un enfermo puesto a dieta, a velar como si temierais que os robaran, y a hablar con voz lastimera como un pobre en la fiesta de Todos los Santos. Antes se desbordaba vuestra risa como canto del gallo, andabais a paso de león, sólo ayunabais después de comer, y únicamente se os veía triste cuando no teníais dinero. Pero ahora os ha cambiado una dama de tal modo que, por más que os miro, apenas reconozco en vos a mi amo.

1 comentario:

  1. Es cierto que cambiamos por intentar gustar a alguien? Puede dar un poco de miedo si la respuesta es SI, pero creo que cambiamos simplemente hablando con cualquier (des)conocido, siempre estamos cambiando y quizá con la persona que nos gusta es con quien realmente somos nosotros.

    ResponderEliminar